23 de octubre de 2010

La moneda

El sol atraviesa el cielo, los pajaritos trinan y yo pienso.
Tengo entre mis manos una moneda de un peso, y mirándola detenidamente veo que nació en 1995. Quince años guardados dentro de una porción metálica inerte.
Viendo sus reflejos plateados y dorados, que se extinguen poco a poco en la opacidad del tiempo, me pregunto cuántas veces esta moneda cambió de manos, cuántas personas conoció, en cuántos bolsillos vivió.
Me gustaría poner un GPS en su superficie para poder saber su paradero en todo momento, pero no serviría; no pasaría por la máquina del colectivo. El viaje de una moneda es extenso e intrigante, perfecto para personas sociables.
Hay quienes creen que nuestras vidas están regidas por el peso del destino. Mi opinión es que si el destino existe, está en las pequeñas cosas. Algo simple como el viaje eterno de una moneda. Lo demás, depende de nosotros y nuestro libre albedrío. Tengo una historia que puede esclarecer esta afirmación: Un día caluroso de primavera, hace ya más de dos años, volvía del colegio caminando por calles desiertas. Tenía diez pesos en mi poder y la creciente decisión de ir a comprarme un juego para la PC (se venía un fin de semana largo). Llegué a la esquina en la que tendría que decidir. Si doblaba, iba al negocio de juegos. Si seguía derecho, iba a mi casa.
Fui yo —y no el destino— el que decidió seguir derecho. "Voy a la tarde" me dije.
A la media cuadra aparecieron dos amigos y me robaron el celular, el reloj y el dinero.
Si bajo las influencias del libre albedrío hubiera doblado eso no hubiera pasado. Y el destino estuvo ausente.
Mientras escribo esto, el sol de treinta y dos rayos me mira fijamente. Como el sol de nuestro cielo. Aquél que tanto tiempo estuvo solo en la inmensidad del universos, y que luego miró fijamente a nuestro mundo, viéndolo nacer. Este Sol que acaricia mis ojos es el mismo que iluminó a Shakespeare, a Da Vinci, a Platón, a las costas de América el día que Rodrigo de Triana las vió.
Es por eso que al sentir el calor del sol me siento ennoblecido, inspirado y lleno de vida. Tal vez algo de la sabiduría de todos los personajes que marcaron el rumbo de la historia llegue a mi corazón.
Un profesor me dijo que "la economía es el motor de la historia". No sé si es verdad, pero puedo asegurar que en esta reflexión, la porción mínima de la economía —una moneda— fue el motor de mis pensamientos. Sepan que de todo se puede reflexionar.
Desde estas lejanas playas mentales, Maty Presidente.

2 comentarios:

  1. Las cosas que escribis son hermosas
    y hacen reflexionar a cualquier persona que entre y las lea.. y ademas llegan
    segui asii, vas a llegar muy lejos
    julii =)

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